El neoimpresionismo también es conocido con el nombre de divisionismo y puntillismo. En realidad se trata de un impresionismo radical, en cierta manera disidente, que lleva a las últimas consecuencias las teorías científicas sobre el color y la luz de Michel Eugène Chevreul. Sin embargo, sus cuadros se diferencian netamente del impresionismo clásico. Vuelve a cobrar importancia el dibujo, que se había abandonado a favor de las manchas de color. Las figuras se hacen geométricas. No se mezclan los colores ni en la paleta ni en el cuadro, sino que se aplican unos junto a otros con pinceladas muy cortas: puntos. Sólo usan los colores primarios y el ojo debe hacer la mezcla. El impresionismo se hace consciente de su técnica. Además, estaba siendo aceptado como un nuevo academicismo. Exponen en el Salón de los Independientes, rechazados por la exposición oficial.
Los puntillistas vuelven al estudio, ya que sus cuadros requieren una larga elaboración, en ocasiones muy compleja, que no se puede hace en un momento. La obra resultante suele pecar de rigidez y artificialidad. Los temas continúan siendo los típicos del impresionismo, incluso se hace más hincapié en el tiempo de ocio burgués. Como la técnica no permite la espontaneidad, el divisionismo lo practicaron pocos pintores, aunque muchos se interesaron por él.
El Puntillismo aparece por primera vez en el Salón de los Independientes de 1884, encabezado por Georges Seurat y contando con Paul Signac entre sus más fieles seguidores. Este movimiento parte también de la imagen de la naturaleza, es decir, del mismo motivo que los impresionistas, pero para ellos serán unas leyes físicas y fisiológicas muy determinadas las que caractericen la esencia de la pintura. Su material de reflexión serán, sobre todo, los escritos de Charles Blanc y, de un modo más radical que los impresionistas, los tratados científicos de Chevreul, Sutter, Rood y otros. Gracias a ellos, el Puntillismo vió abierto ante sí un campo en el que su tarea habría de ser la aplicación metódica de sus conocimientos y la reconciliación de los rígidos principios del dibujo con los principios ópticos intuidos por los grandes coloristas. La mente lógica y reflexiva de estos pintores pedía la reducción del instinto al orden, del impulso al cálculo, reduciendo a lo esencial, no sólo los temas de la vida moderna o el paisaje, sino también el método impresionista de presentarlos.
De hecho, la declaración de Charles Blanc (El color, que está controlado por leyes fijas, se puede enseñar como la música), publicada por primera vez en 1867 en su conocida Grammaire des arts du dessin, resume perfectamente la actitud de los puntillistas ante las posibilidades expresivas del arte e indica su programa. Al igual que existen relaciones matemáticas entre los tonos musicales, hay relaciones físicas entre los colores, que pueden demostrarse en el laboratorio y llevarse a efecto en el estudio. Con el fin de estudiar con más detalle la interacción de los colores y sus complementarios, algunos puntillistas confeccionaron un disco en el que reunían todos los matices del arco iris, unidos unos a otros mediante un número determinado de colores intermedios. En su paleta también utilizaban el blanco mezclado con los colores primarios, lo que les permitía obtener una multitud de tonos que iban de un color con una ligera presencia de blanco hasta un blanco casi puro. El disco se completaba de manera que los matices puros se concentraban en torno al centro, desde donde iban desvaneciéndose hacia el blanco hasta llegar a la periferia.
Los experimentos físicos habían probado también que la mezcla de colores los ensucia y desemboca finalmente en el negro. Por ello, la única mezcla capaz de producir el efecto deseado es la mezcla óptica, que se convierte así en el factor predominante de su ejecución. Tras haber reunido por separado en sus telas los elementos individuales de color presentes en la naturaleza, el pintor asignaba a la retina del espectador la tarea de unirlos de nuevo. La técnica de pinceladas de los impresionistas no permitía la exactitud matemática que necesitaban los puntillistas para aplicar su sistema con pleno rendimiento. Mediante la adopción de minúsculas pinceladas en forma de punto lograron acumular, incluso sobre superficies reducidas, una gran variedad de colores y tonos, cada uno de los cuales se correspondía con uno de los elementos que contribuía a la apariencia del objeto. A una distancia determinada esas partículas diminutas se mezclan ópticamente y esa mezcla tenía que producir una intensidad de colores mucho mayor que cualquier mezcla de pigmentos. En este sentido, sus estudios de luz y color sobrepasan los realizados por cualquiera de los impresionistas, pero también se encontraron con mayores dificultades. Con más conocimientos y un ojo más disciplinado, tenían que hallar todos los matices del espectro luminoso, así como un modo de iluminar u oscurecer un matiz dado en relación con los contrastes simultáneos producidos por los colores que le rodeaban.
A pesar de lo aparentemente acertado de la denominación de Puntillismo, sobre todo en lo que se refiere a la técnica de este grupo, ni Seurat ni Signac la aceptaron nunca y ambos condenaron y evitaron rigurosamente este término a favor del de "Divisionismo", que abarcaba mejor todas sus innovaciones.
Georges Seurat (1859-1891) es quien antes plasma en una obra de arte la nueva técnica. Se caracteriza por la fragmentación de la línea en puntos de color. Sus puntos son extremadamente pequeños. Sus figuras son, básicamente, geométricas. Entre sus obras destacan Una tarde de domingo en la Grande Jatte, Un baño en Asnières y El circo, obra en la que trata de introducir movimiento, aunque resulta muy artificiosa.
La torre Eiffel es un cuadro al óleo sobre panel realizado en 1889 por el pintor francés Georges Pierre Seurat, que se conserva en el Young Memorial Museum de San Francisco, Estados Unidos.
El cuadro, de pequeñas dimensiones, muestra a la torre Eiffel todavía en construcción, sin el último piso. Otros pintores de la época, como Camille Pissarro, disconformes con la construcción del monumento de metal directamente lo boicotearon no representándolo en sus obras.
Debe recordarse que 1889 fue el año de la Exposición Universal de París, donde la mayor atracción fue sin duda la torre erigida por el ingeniero Gustave Eiffel.
La obra está pintada mediante la técnica puntillista.
3 comentarios:
Soy fiel seguidor del puntillismo, me parece interesante y relevante en el arte,en esta técnica se puede apreciar la luz y el brillo de los colores, que mucha veces se pierden cuando se hacen pinceladas, es una forma muy limpia y precisa de hacer arte, existen artistas maravillosos que han trabajado con esta técnica como Georges Seurat, Paul Signac, Vincent van Gogh y Gabino Amaya Cacho.
Interesante, a lo largo del tiempo el arte se ha expresado a través de diferentes corrientes y artistas con gran talento. Visiten en youtube lo nuevo de Gabino Amaya Cacho, sus figuras en puntillismo y su mezcla de colores tan particular, de este arte.
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